FANTASÍA CROMÁTICA

Víctor Díaz-Asensio, Barcelona



Anastilosis. Columnas del Partenón.

Bajo el Sol de la memoria los colores son los primeros en desvanecerse. Los erosiona hasta devolvernos un juego sabio, correcto y magnífico de volúmenes bajo su luz (LC). Quizás el tiempo pesa tanto que solo el papel lo aguanta, blanco sobre negro.

Templos desteñidos que inventan una nueva estética, pinturas ocultas tras una espesa bruma, fotografías pálidas, recuerdos atravesando el tiempo como una flecha que cruza una espesura blanca. Pero las flechas nunca llegan, y si lo hacen nunca son las mismas que fueron lanzadas.

Quizás sea ése el precio de disfrutar lo que no nos pertenece. Cada tiempo es un lugar, y al desplazarse la obra acaba desencajándose. Al observarla se evidencia su pertenencia a un espacio inaccesible de otro modo, su pertenencia a otros, a un instante de creación con el que queremos identificarnos, pero que poco a poco va quedando atrás. En ése desvanecerse, se posa algo de belleza.



Maqueta 1:1 del proyecto nunca construido de la Villa
Kröller-Müller de Mies Van der Rohe

Materializamos una idea y la volvemos palpable. Ésta con el tiempo quiere volver a su esencia, y preparándose para su viaje se vuelve ligera, se despoja de sí misma, y en un primer aviso prescinde del color. La arquitectura es una frase que con el tiempo puede alterar su significado.

Frases que se desgastan y queremos recomponer, en cambio otras que se nos quedan en la punta de la lengua. Y todavía aquellas que una vez pronunciadas se las lleva el viento. Signo de un estado momentáneo, modelamos lo que no pertenece a un tiempo con maquetas níveas, porque no han encontrado su lugar exacto. Evocaciones de proyectos que no fueron o que nunca serán: Mies y la Villa Kröller-Müller.

Lenguas vivas y lenguas muertas. “La tradición no puede heredarse, y quien la quiera habrá de obtenerla con un gran esfuerzo” - T.S. Elliot -. Frases que resuenan desde los orígenes de lo que somos, pero que a veces nos son extrañas. Comprenderlas es difícil, porque los ojos del que mira no son aquellos del que crea, o del que alguna vez creó. Y aunque a nosotros la escucha nos resulte difícil, no hay que olvidar que por muy elevada que fuese la conversación, Ictinos y Calicrates se entendían sin esfuerzo. Pero nosotros no podemos comprender los matices de lo que se dijo ya hace tanto tiempo, porque su lugar ya no es el nuestro. Puede que sea esto lo que nos conmueve, que a veces el tiempo no mide lo mismo que el espacio.



Prirmera fotografía en color permanente
J.C. Maxwell

Los matices son los primeros en ausentarse, y junto a ellos el color lo devora el tiempo. La primera fotografía en color permanente se tomó en 1861 por J.C. Maxwell, todo lo anterior se tiñe de gris en nuestro recuerdo. De lo que existiese antes solo nos han llegado las sombras. La memoria se resiste al cromatismo, y lo pasado tiende a palidecerse.

Porque eso es lo permanente, la escritura que describe lo que existe fuera del lenguaje. Dibujos, planos y escritos que son una obra en sí, y que a su vez hacen referencia a otra. Las palabras son una aproximación a una idea que se les escapa, y de aquí lo voluble del recuerdo. Otra vez la misma conclusión: la obra quiere despojarse de su definición y llevarnos a otro sitio, ya que solo la palabra permanece. Pero la obra es otra cosa, y llegado su momento nos suelta la mano para dejarse ir. La intensidad depende del tiempo, y la eternidad no la favorece.



Tiempo en blanco

Proyectamos un esplendor que no conocemos, ésa es nuestra memoria. El desvanecimiento del color es la constante de aquello que emprende su camino hacia el recuerdo, y nos conmueve porque es en su ausencia cuando éste se hace más evidente.

A cada obra le corresponde un tiempo, y a nosotros nos pertenece solo una parte. Al desplazarla quizás ejercitemos más la imaginación que la memoria, como llegados de un paseo con un carrete en blanco y negro.


Imágenes:


(1) Columnas del Partenón. Imagen del autor.
(2) Maqueta de la Villa Kröller Muller. Imagen del Kröller-Müller
Museum.
(3) Primera fotografía en color permanente. J.C. Maxwell.
(4) Polaroid en blanco. Imagen del autor.

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