Alrededor de un árbol
Pedro Puertas Herrera, Granada
Imaginad un cajón de una tienda de bricolaje perfectamente compartimentado. Dentro hay bolas de corcho, con un agujero en medio, para atravesarlas con un cordel. Muelles de alambre enroscados en sí mismos. Y palillos de madera cruzados por azar debido al movimiento de abrir y cerrar el cajón. Estas piezas están disponibles para cualquier trabajo de bricolaje; y también, por arte de magia, para la planta de cualquier proyecto.
La figura que salta del cajón hacia el papel genera una cierta extrañeza y exige algún tipo de verificación. El papel se levanta y se coloca en pie. La forma de las figuras no cambia mucho y ahí están: la bola de corcho, el muelle de alambre y los palos de madera.
Árbol-Bola o Árbol-Muelle es la única manera posible de nombrar estos dibujos. Tras estos dibujos no hay posibilidad de conocer la especie, el color, los cambios en las estaciones, el crecimiento… del árbol de bricolaje. Es una información que no interesa mostrar, porque toda la atención de quien intenta comprender un proyecto debe centrarse en lo realmente interesante, la propuesta del arquitecto.
El arquitecto marca los límites de su pensamiento en el objeto arquitectónico. Cualquier recurso de dibujo está orientado a mostrar la nueva aparición en solitario. A lo lejos, los Árboles-Bola siempre tienen el mismo aspecto, en el alzado sur, en el alzado norte, la sección por el parque...
En los proyectos no se dibujan árboles; sino representaciones congeladas y sin nombre de un árbol. Estos dibujos rellenan el vacío de una nueva arquitectura (1) que no le interesa mostrarse en el tiempo...
En el trabajo de Alison & Peter Smithson no hay propuesta que no esté relacionada con un árbol cuidadosamente dibujado. Los Smithson obligan a reconocer la especie que dibujan y mostrar interés por el árbol que ya es proyecto.
Una de las propuestas más conocidas y donde se ilustra con claridad esta idea es la Casa Amarilla de 1976. Proyecto que fue ganador en el concurso organizado por la editorial Shinkenchiku-sha, que publica The Japan Architecture, con el tema: A House for an Intersection. (2)
En los planos (3) se muestra una esquina anónima donde hay un muro, unos árboles, un banco y una casa. El muro es lo bastante espeso como para llamarlo muralla. Los árboles, son cuatro. Están plantados alrededor de la casa. Uno sobre un montículo de césped en la esquina y los otros tres en el jardín. El de la esquina es un castaño de indias y los otros son acacias. El banco se sitúa de espaldas al castaño y frente el muro. Su forma describe un arco de circunferencia y es de color amarillo. La Casa Amarilla es de planta cuadrada y está orientada hacia el mediodía. La casa arranca desde el suelo del jardín interior y se apoya sobre el muro.
La construcción del muro traza una frontera. La frontera es una abstracción que adquiere significado cuando se usa de una manera u otra a su alrededor. Las dimensiones del muro, y sobre todo su espesor, lo definen como un nuevo territorio, junto la calle y el jardín interior. Este espesor permite al muro sostener la casa. Andar sobre él. Albergar las instalaciones de la casa. Acumular la energía del Sol que llega por el jardín y radiarla hacia la calle. Dar una textura para quien pase de lejos o de cerca se siente, enfrente, en el banco amarillo… El muro es la intersección entre el dominio público y el privado.
En los alzados o en la sección las acacias y el castaño turnan su posición alrededor de la casa. Aparecen delante y atrás; a la izquierda o la derecha; recortados o enteros. Parece que los árboles quieren retratarse junto la casa con diferentes muecas.
Las acacias son un poco más bajas que el castaño. El crecimiento de las acacias es más rápido que el del castaño. Éste se plantó sobre el montículo de césped antes que las acacias en el jardín de la casa. Las raíces del castaño sobresalen del montículo. Las raíces describen el movimiento que sigue el crecimiento del árbol: una espiral cuyo giro es contrario a las agujas del reloj. Sobre ellas están los troncos seccionados. El tronco del castaño es de mayor diámetro que el de las acacias.
Si se sigue el dibujo de cualquiera de los árboles para comprobar trazos iguales, se ve que cada tronco o rama ha sido dibujado de nuevo, cada uno de los dibujos muestra caras distintas de un árbol, no hay ninguno que sea igual. No se ha dibujado un solo árbol para ser repetido o girado. Cada dibujo muestra una cara posible de las infinitas que tiene aquello que en cada momento es diferente y amorfo. Aquello que está vivo y a merced del tiempo.
La Casa Amarilla, en cambio, aparece quieta en su geometría vacía y silenciosa con las puertas entornadas esperando a ser ocupada. Sus alzados pasan desapercibidos a quien la mira. Alrededor de la casa siempre hay algún personaje, el muro, la acacia, otra acacia... estorbando entre la casa y el mirón. Esta situación es parecida al misterio que provoca una ruina donde sólo se identifican fragmentos que la imaginación reconstruye. Pero la Casa Amarilla no es una ruina sino un proyecto. Algo que está por llegar y que la imaginación construye.
Hay un alzado que muestra la casa sin interrupciones, corresponde con la orientación sur, quien mira hacia este alzado está dentro del jardín interior. Quien dibuja este alzado es el habitante de la casa.
Lo primero que se percibe en el alzado sur es una estructura simétrica de siete perfiles laminados de color amarillo. Tres de ellos arrancan desde el suelo y ascienden en vertical. Están colocados, respecto el alzado, dos en los extremos y uno en el centro. Los perfiles de los extremos son más altos que el perfil central. El perfil central es el eje de la estructura.
Los otros cuatro perfiles arrancan desde el perfil central, a una cierta altura sobre el suelo, hasta llegar al final de los perfiles laterales. Son cuatro perfiles simétricos que ascienden en diagonal. Los perfiles diagonales en sus extremos son tangentes a los perfiles verticales y entre ellos se cruzan.
Si se camina alrededor de la casa se identifica esta estructura en todos los alzados, excepto en el alzado norte donde la casa se apoya sobre el muro. Los elementos de la estructura son: eje, diagonal y tangente. Es fácil relacionarlos con los de otra estructura arbórea: tronco, rama y nudo. Tras el árbol está la casa.
Desde dentro de la casa, la estructura funciona como una interrupción más que impide que el exterior entre con toda impunidad. Tanto la estructura-celosía como los árboles muestran un mundo fragmentado, seleccionado y en constante cambio. (4)
La distancia entre el interior y el exterior queda evidenciada en el aire que existe entre la estructura de perfiles y la casa. Unas pletinas son los elementos encargados de establecer la separación. De esta manera los puntos de contacto entre la casa y la estructura arbórea vuelven a ser un elemento tangencial, una nueva yema que dirige el crecimiento del árbol. En los dibujos donde se manifiesta el color amarillo se puede ver con claridad este crecimiento. Las nuevas ramas son dos planos horizontales: un plano que no toca al suelo y se apoya sobre el muro; y otro que lo cobija. En el punto donde la fragilidad y la dureza del concepto se manifiestan con más fuerza es en las esquinas de la casa. Allí las pletinas unen tanto a los perfiles verticales como a los planos horizontales por sus correspondientes esquinas.
La estructura metálica de ramas y troncos soporta y protege a la casa. Los planos horizontales prolongan el muro para hacerlo habitable; por tanto, antes que la casa el grueso muro ya estaba allí.
Los alzados anulan la distancia que hay entre la estructura y la casa. Este aplanamiento de la realidad provoca una tercera ramificación. El punto de contacto entre las finas diagonales de la estructura y los gruesos planos horizontales será la marca que modulará las carpinterías. En estos puntos el amarillo bajará cerrando el perímetro de la casa. Un perímetro acristalado perfectamente medido y modulado sólo interrumpido por accidentes interesados: puertas, balcones o terrazas. Estos accidentes convierten a una casa en apariencia inerte en una casa viva.
Las necesidades del habitante y su consideración hacia el Sol provocan los accidentes. En la planta primera, al nivel del muro, una terraza orientada hacia sureste levanta su cubierta como una solapa y deja entrar el Sol de la mañana. En la planta baja, donde la casa es parte del jardín, la esquina suroeste se retrae y otra terraza deja ver los últimos rayos de Sol.
Las puertas y las barandillas de las terrazas son el mismo elemento: un marco rectangular amarillo. En el interior del rectángulo dos perfiles en diagonal arrancan desde el centro del marco, donde está el pomo de la puerta, hasta las esquinas, donde están las bisagras. Su posición vertical o tumbada determinará si es puerta o barandilla.
En la planta baja hay tres puertas. Dos están situadas entre el muro y la Casa Amarilla y otra en la terraza suroeste. Las entradas no son directas, a ras de suelo, porque la casa se eleva sobre el jardín la altura de un escalón.
Las puertas del muro están colocadas después de que éste se quiebre y cambie de dirección formando un ámbito de entrada y de salida. Una puerta está localizada en el final del camino pavimentado que procede del garaje. Esta puerta está en la esquina noreste de la casa y se abre hacia la derecha, contra el muro. Una vez atravesada se entra al interior de un cortaviento cuadrado. Dentro, hay una segunda puerta que se abre hacia la izquierda y al interior de la casa.
La otra puerta del muro está localizada en la esquina noroeste de la casa se abre hacia la derecha, contra el muro, para aterrizar sobre la hierba del jardín.
La tercera puerta de la planta baja abre hacia la terraza del suroeste. Una vez fuera bajo los pies está el mismo pavimento del interior y sobre la cabeza el mismo techo. Desde esta posición se ve un fragmento del pilar amarillo que forma la estructura arbórea en esta esquina; o quizás es el tronco de un árbol cuya copa se revela una vez pisado el jardín.
Para ir a la planta primera hay que subir por una escalera localizada entre la zona de cocinar y el muro. La cocina es un módulo diseñado por A&P Smithson y también es de color amarillo. El arranque de la escalera está situado entre el cortaviento de la entrada, el muro y el módulo de la cocina. Un pasamano amarillo asciende en diagonal por la pared trasera de la cocina de la planta baja y del baño de la planta primera. En el otro lado está el muro que en la ascensión desaparece. En su lugar aparece la transparencia del vidrio y fuera, en la calle, la copa del castaño de indias.
La escalera termina en la planta primera, entre la pared trasera del baño amarillo y el vidrio que deja ver el castaño de indias. En esta planta habrá dos puertas. Una de ellas da acceso a la terraza del sureste, donde la cubierta se levanta. Esta puerta se abre hacia la derecha y contra uno de los marcos de vidrio que cierra la casa. En la terraza habrá dos barandillas que son dos puertas tumbadas.
La otra puerta de la planta primera está un paso más adelante del final de la escalera. Esta puerta se abre hacia la derecha hasta chocar con la misma casa y dar acceso al muro. Hay algo que caracteriza a esta puerta respecto las otras y es su radio de abertura. A diferencia de todas las demás que se abren sólo 90 grados, esta puerta se abre 180 grados. Este hecho es propio de aquellos huecos donde el tránsito va a ser intenso y, por tanto, el espacio para maniobrar y meter muebles, por ejemplo, es necesario. Esta puerta abre un hueco por donde entra la calle y sale la casa.
El último de los dibujos que acompaña la explicación del proyecto es una axonometría. En esta perspectiva, donde en una visión oblicua, se une la planta con el alzado, se muestra la escena completa: un muro que limita la esquina anónima del viejo castaño con el jardín de las jóvenes acacias. El banco amarillo definiendo su propio territorio bajo el castaño, a espaldas de la calle y frente el espeso muro. La Casa Amarilla con todas sus ramificaciones que la hacen crecer como otra especie de árbol, dentro del jardín. Pero hay una cualidad que tiene este dibujo: dibuja tanto el ruido como el silencio.
La axonometría muestra bajo el castaño a un anciano pasear, una madre cuidar de un bebé en un “carricoche” y unos niños jugar al balón. No hay juego de niños que se haga en silencio, aparte, estos personajes muestran cómo poder usar la esquina. Es lógico trasladar este pensamiento a la casa y esperar que otros personajes enseñen cómo usarla. En cambio, la Casa Amarilla aparece cerrada, opaca y en silencio sin ningún actor que explique a su alrededor cómo usarla, excepto las acacias, y en la calle, el castaño, o son los árboles los actores.
El castaño se dibuja al completo sólo cuando aparecen todos los personajes que explican el proyecto. En los dibujos donde el castaño está cortado se muestra a la casa cerrada y en silencio junto una joven acacia. Hay dos dibujos, el alzado sur y el norte, donde la contraposición es clara. En el alzado sur la casa aparece sola y detrás ramas de la copa del castaño. En el alzado norte aparece en primer plano el castaño y detrás de él fragmentos del banco, del muro y de la casa. La presencia del castaño se resalta aún más cuando los personajes caminan hacia ambos lados de la escena para retirarse.
El alzado sur es la visión desde el interior del jardín de la casa. Imagen que sólo pertenece al habitante de una casa que representa el futuro. El alzado norte lo mira quien está fuera y ha visto transformarse el camino en calle, crecer unas acacias, levantarse un muro y construirse una casa de color amarillo mientras crecía aquel castaño de indias.
Ahora se puede empezar a escuchar un tic-tac o el crujir de las ramas al crecer. Estos dibujos definen en sus trazos algo más que una propuesta para construir. Dibujan el tiempo que necesita un castaño de indias para crecer y que tres generaciones paseen o jueguen bajo su sombra. Unos dibujos que pertenecen a un proyecto que atrapa la imaginación. El único lugar donde es posible re-crear la realidad.
Artículo aparecido en el número 00 de 2010 de la revista engawa
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