Tríptico del caos (#23#21#10). Apuntes.

Darío Mateo, Sevilla



En un texto violentamente poético, Lawrence describe lo que hace la poesía: los hombres incesantemente se fabrican un paraguas que les resguarda, en cuya parte inferior trazan un firmamento y escriben sus convenciones, sus opiniones; pero el poeta, el artista, practica un corte en el paraguas, rasga el propio firmamento, para dar entrada a un poco del caos libre y ventoso y para enmarcar en una luz repentina una visión que surge a través de la rasgadura, primavera de Wordsworth o manzana de Cézanne, silueta de Macbeth o de Acab.

Entonces aparece la multitud de imitadores que restaura el paraguas con un paño que vagamente se parece a la visión, y la multitud de glosadores que remiendan la hendidura con opiniones: comunicación. Siempre harán falta otros artistas para hacer otras rasgaduras, llevar a cabo las destrucciones necesarias, quizá cada vez mayores, y volver a dar así a sus antecesores la incomunicable novedad que ya no se sabía ver.

Lo que significa que el artista se pelea menos contra el caos (al que llama con todas sus fuerzas, en cierto modo) que contra los “tópicos” de la opinión”.

El pintor no pinta sobre una tela virgen, ni el escritor escribe en una página en blanco, sino que la página o la tela están ya tan cubiertas de tópicos preexistentes, preestablecidos, que hay primero que tachar, limpiar, laminar, incluso desmenuzar para hacer que pase una corriente de aire surgida del caos que nos aporte la visión. Cuando Fontana corta el lienzo coloreado de un navajazo, no es el color lo que hiende de este modo, al contrario, nos hace ver el color liso del color puro a través de la hendidura.]…


Gilles Deleuze. Félix Guattari; "Del caos al cerebro" en ¿Qué es la filosofía?. Editorial Anagrama. Barcelona, 1993. Páginas 204/5



[Intro.]

Ayudado casi por el mecanismo intrínseco (casi subconsciente) de cada número de esta revista, un primer contacto con la imagen planteada en esta ocasión, trajo al recuerdo y en estrecha relación con ella, los temas de los números engawa#21 y engawa#10.

En un primer instante salta, a la vista de la memoria, la relación más evidente: tres estados, o momentos diferentes, de tres espacios que sirven de almacenaje.

Del contenido de ese almacenaje (enseres de mudanza, aglomeración de basuras y detritus y trastos viejos) y la cualidad de esos espacios contenedores (remolque de un camión, apartamento-vertedero y trastero-conteiner) nacen los matices de variaciones y de relación entre unos y otros.

Para no evadirnos del motivo origen de la propuesta, damos un papel central a la imagen de lo que parece ser un conteiner prefabricado a modo de almacén de trastos viejos y usados. No sabemos nada del contexto en el que se posa.

Esto también identifica las tres imágenes: primeros planos que fijan la mirada en un espacio acotado (el del objetivo de la cámara), dejando fuera de cuadro el entorno localizado.

Cuanto más de cerca se mira una palabra, desde tanto más lejos devuelve la mirada.” Karl Kraus.

Si se detiene algo más la mirada, hay algo que no puede escaparse que identifica igualmente a las tres imágenes: teniendo todas que ver directamente con la habitación o el hábitat, muestran cada una de ellas espacios inhabitables, al menos en ese instante.

Increíble resulta el juego de interpretaciones según miremos 1 a 1 las imágenes, o combinemos estas imágenes entre ellas 2 a 2, o incluso si seguimos la inercia interior de darle un desarrollo lineal (inercia que se pondrá en crisis a medida que el texto avanza), dependiendo del orden de la primera a la tercera, las posibles lecturas varían.

Dada la obligada brevedad por extensión del texto, vemos la necesidad de condensar de modo telegramático, las ideas y referencias que dichas imágenes y sus combinaciones provocan, generando un material que poner en común, como objetos colocados sobre una mesa.

Un bodegón que puede ser recolocado con tan solo resituar dichos objetos.


[Materiales]

engawa#10



#10.1

“Incalculable are the benefits civilization has brought us, incommensurable the productive power of all classes of riches originated by the inventions and discoveries of science. Inconceivable the marvellous creations of the human sex in order to make men more happy, more free, and more perfect. Without parallel the crystalline and fecund fountains of the new life which still remains closed to the thirsty lips of the people who follow in their griping and bestial tasks. MALCOLM LOWRY”.


George Perec; "Las cosas. Una historia de los años sesenta”. Editorial Anagrama. Panorama de Narrativas. Barcelona, 1992. Página 9 (cita del prólogo).


#10.2

“ [Sólo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que resulte más dolorosa, más angustiante, que un pensamiento que se escapa de sí mismo, que las ideas que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya por el olvido o precipitadas en otras ideas que tampoco dominamos. Son variabilidades infinitas cuyas desaparición y aparición coinciden. Son velocidades infinitas que se confunden con la inmovilidad de la nada incolora y silenciosa que recorren, sin naturaleza ni pensamiento. Es el instante del que no sabemos si es demasiado largo o demasiado corto para el tiempo. Recibimos latigazos que restallan como arterias. Incesantemente extraviamos nuestras ideas. Por este motivo nos empeñamos tanto en agarrarnos a opiniones establecidas. Sólo pedimos que nuestras ideas se concatenen de acuerdo con un mínimo de reglas constantes, y jamás la asociación de ideas ha tenido otro sentido, facilitarnos estas reglas protectoras, similitud, contigüidad, causalidad, que nos permiten poner un poco de orden en las ideas, pasar de una a otra de acuerdo con un orden del espacio y del tiempo, que impida a nuestra "fantasía" (el delirio, la locura) recorrer el universo en un instante para engendrar de él caballos alados y dragones de fuego…]


#10.3

…[Pero no existiría un poco de orden en las ideas si no hubiera también en las cosas o estado de cosas un anticaos objetivo: "Si el cinabrio fuera ora rojo, ora negro, ora ligero, ora pesado..., mi imaginación no encontraría la ocasión de recibir en el pensamiento el pesado cinabrio con la representación del color rojo…]


#10.4

[…Y por último, cuando se produce el encuentro de las cosas y el pensamiento, es necesario que la sensación se reproduzca como la garantía o el testimonio de su acuerdo, la sensación de pesadez cada vez que sopesamos el cinabrio, la de rojo cada vez que lo contemplamos, con nuestros órganos del cuerpo que no perciben el presente sin imponerle la conformidad con el pasado.]

Todo esto es lo que pedimos para forjarnos una opinión, como una especie de "paraguas" que nos proteja del caos.


#10.2/#10.3/10.4 Gilles Deleuze. Félix Guattari; "Del caos al cerebro" en ¿Qué es la filosofía?. Editorial Anagrama. Barcelona, 1993. Páginas 202/3


#10.5

[…Nosotros vivimos de palabras, y las palabras se vuelven también nuestra prisión. Las palabras son necesarias para comunicarse, pero la palabra jamás es la cosa. Lo real no es la palabra, pero la palabra se vuelve de máxima importancia cuando ha tomado el lugar de lo que es. Uno puede observar este fenómeno cuando la descripción se ha vuelto la realidad, en vez de la cosa misma - el símbolo que adoramos, la sombra que seguimos, la ilusión a que nos aferramos. Y así las palabras, el lenguaje moldea nuestras reacciones. El lenguaje llega a ser la fuerza impulsora, y nuestras mentes son moldeadas y controladas por la palabra. Las palabras nación, Estado, Dios, familia, etcétera, nos envuelven con todas sus asociaciones, y de ese modo nuestras mentes se vuelven esclavas de la presión que ejercen las palabras...].


Jiddu Krishnamurti; "Carta a las escuelas" 15 de Agosto 1979.


engawa#23



#23.1

[…Un silencio absoluto se extendió sobre la planicie. Y de repente la ciudad desapareció. En su lugar, hasta perderse de vista, surgió otra multitud de mujeres y hombres, desnudos, salidos de lo que había sido la ciudad. Desaparecieron las piezas de artillería y todas las demás armas, y los militares se quedaron desnudos, rodeados por los hombres y mujeres que antes habían sido ropas y armas. En el centro, la inmensa mancha oscura de la población de la ciudad. Pero también ésta, en el instante sucesivo, se metamorfoseó y multiplicó. La planicie se volvió súbitamente clara cuando el sol nació.

Fue entonces cuando del bosque salieron todos los hombres y mujeres que allí se habían escondido desde que la revuelta había comenzado, desde el primer oumi desaparecido. Y uno de ellos dijo:

-Ahora es necesario reconstruirlo todo.
Y una mujer dijo:
-No teníamos otro remedio, puesto que las cosas éramos nosotros. No volverá el ser humano a ser puesto en el lugar de las cosas.]


José Saramago; ”Cosas”. De “Casi un objeto” recopilación de cuentos Editorial Alfaguara. Penguin Random House Grupo editorial. Diciembre 2010.


#23.2

“Nunca he sido capaz de construir una casa, una auténtica casa. No me refiero a proyectar y construir casas, cosa menor que todavía consigo hacer, no sé si acertadamente.

La idea que tengo de una casa es la de una máquina complicada, en la que cada día se avería alguna cosa: bombilla, grifo, desagüe, cerradura, bisagra, enchufe, y luego el termo, estufa, frigorífico, televisión o vídeo; y la lavadora, o los fusibles, los muelles de las cortinas, la cerradura de seguridad. Los cajones se atascan, se rompen las alfombras y la tapicería del sofá del salón. Todas las camisas, calcetines, sábanas, pañuelos, servilletas y manteles, paños de cocina, yacen rotos junto a la tabla de planchar, cuya tela de protección presenta un aspecto lamentable. Igualmente, hay goteras en el techo (se averían las tuberías del vecino, o se rompe una teja, o se despega la tela). Y los canalones están llenos de hojas secas, las albardillas sueltas o podridas.

[…]

…Por eso, considero heroico poseer, mantener y renovar una casa. En mi opinión, debería existir la Orden de Curadores de Casas y todos y cada uno de los años se adjudicaría la correspondiente mención honorífica y un elevado premio pecuniario.

Pero cuando ese esfuerzo de mantenimiento no se hace aparente, cuando el saludable olor a cera de una casa, por otro lado bien ventilada, se mezcla con el perfume de las flores del jardín, cuando en ella nosotros –visitantes irresponsablemente poco atentos a los instantes de felicidad– nos sentimos felices, olvidando nuestras angustias de nómadas bárbaros, entonces la única medalla posible es la gratitud, el silencioso aplauso; un momento de pausa, observando a nuestro alrededor, sumergiéndonos en la atmósfera dorada de un interior de otoño, al final del día.”


Alvaro Siza; ”Vivir una casa” de la publicación Casas 1954-2004 Editorial Gustavo Gili, Pag.9


engawa#21



#21.1

“Lo nuevo nos amenaza con su brillo, como el quirófano en el que se disponen a abrirnos las entrañas; lo antiguo nos lo barnizan como el féretro en el que querrían tenernos ya encerrados, para poder sepultarnos de una vez, porque quizá ya estemos atufando a muerto; lo viejo, en fin, rápidamente, a los primeros indicios de desgaste, es arrojado sin más a la basura. En la basura está lo único que queda de todo lo que nos era maternal”.


Rafael Sánchez Ferlosio ; ”Campo de retamas” (2015) Editorial Random House,


#21.2

[El concepto de “sospecha de estiércol” se explica en un texto del artista Perejaume que acompañaba a una obra suya presentada a la exposición On the Road celebrada en Santiago de Compostela en verano de 2014 y centrada en la figura de san Francisco de Asís. El concepto se basa en el convencimiento de que toda obra humana tiene como fin último la desaparición, incluso aquellas obras que parecían destinadasa una duración extraordinaria.

En este sentido, Perejaume comparaba ese fondo de olvido, al que van a parar todas las obras, con los depósitos agrícolas de estiércol, y relaciona los fondos y los depósitos en tanto que almacenes indiscriminados de residuos orgánicos. Sin embargo, tanto fondos como depósitos constituyen también un punto de partida, un origen de nutriente y fertilidad que, con el paso del tiempo, alumbrará obras nuevas…]


Josep Llinás Carmona; ”Sospecha de estiércol. Josep María Jujol y la casa Mañach” (2015) Ediciones Asimétricas.


#21.3

“En el origen está la meta”.


Karl Kraus de su poema “El moribundo” (“Der sterbende Mensch”), uno de los más conocidos y perturbadores del autor austriaco, con el que inicia Benjamin su decimocuarta tesis sobre filosofía de la historia.


#21.4

[…Es más, Perejaume considera que las obras que se producen en esos fondos -obras que se deshacen, que cambian de estado y se regeneran- son las únicas capaces de conmover, de producir emociones. Y seguramente esto se deba a que, si el tiempo es el agente activo de todo ese proceso de transformación, también lo es el paréntesis abierto en el que se manifiesta la vida: el nacimiento, la muerte o la existencia están pautados por el tic tac del reloj.]


Josep Llinás Carmona; ”Sospecha de estiércol. Josep María Jujol y la casa Mañach” (2015) Ediciones Asimétricas.


#21.5

[…Empezamos a aprender la lección del segundo principio de la termodinámica. ¿Por qué existe la entropía? Ante se admitía que la entropía sólo era la expresión de una fenomenología, de unas aproximaciones suplementarias que introducimos en las leyes de la dinámica. Hoy sabemos que la ley del crecimiento de la entropía y la física del no equilibrio nos enseñan algo fundamental sobre la estructura del universo. En nuestra descripción del universo la irreversibilidad (la flecha del tiempo) pasa a ser un elemento fundamental…] […La condición esencial es que la descripción microscópica del universo se haga mediante sistemas dinámicos inestables. Es un cambio radical del punto de vista.

El punto de vista clásico era que los sistemas estables eran la regla y las inestables excepciones. Ahora le damos la vuelta a esta perspectiva.

Después que tenemos la irreversibilidad, la flecha del tiempo, podemos estudiar su efecto en la aparición del orden y el desorden a la vez a escala macroscópica.

En ambos casos el orden y el desorden emergen a la vez del caos. Si la descripción fundamental se hiciese en términos de leyes dinámicas estables, no tendríamos entropía, pero tampoco coherencia debida al no equilibrio, ni posibilidad de hablar de estructuras biológicas, y por lo tanto tendríamos un universo del que estaría excluido el ser humano…]


Ilya Prigogine; ”Las leyes del caos” . Biblioteca de Bolsillo. Barcelona (1999) Editorial Crítica. S.L.


#21.6

[Orden y Caos

Juntar átomos para construir moléculas, conectar moléculas para elaborar cadenas, alinear cadenas para armar estructuras y colocar estructuras para producir células vivas es una colosal tarea organizadora, mayor que cualquiera de las que puedan conseguir los humanos con sus cerebros, sus manos y sus ordenadores. Y, sin embargo, esta tarea increíble está siendo realizada sin parar en la tierra. En la verdadera raíz de la vida se encuentra la constante dedicación de la célula viva a la tarea de crear y mantener orden, organización y complejidad.

Los físicos afirman que el Universo inanimado camina hacia una mayor desorganización; que se encamina lentamente hacia el desorden. La segunda ley de la termodinámica dice que la entropía crece invariablemente en cualquier lugar del Universo.

¿Por qué el Universo aspira a la desorganización? Los átomos y moléculas del Universo buscan el reposo del desorden total, de la estabilidad última. Los castillos de arena son evanescentes y están destinados fatalmente a convertirse en montones de arena aplanados y sin forma. Los volcanes nos hablan de la tumultuosa búsqueda terrestre de la estabilidad que confiere la igualdad. Todas las cosas se mueven inexorablemente hacia el desorden, que para todos los átomos y moléculas del Universo constituye la estabilidad final.

Ahora bien, la estrategia de la vida es afrontar esta tendencia de la naturaleza hacia el azar. La vida trabaja constantemente para crear estados inestables, actúa contra el azar, crea orden.]


Mahlon B. Hoagland; ”Las raíces de la vida” . Biblioteca Científica. Barcelona (1988) Editorial Salvat. S.A.


[Uno de los bodegones posibles.]

Superado por lo profuso de las múltiples e imprescindibles (así lo creo) referencias (y sus posibles asociaciones) surgidas de la puesta en relación de las tres imágenes iniciales, presiento que todo este material da para mucho más que un texto conciso y ocurrente.

Ha sido en la propia aparición de estos materiales sobre la mesa que finalmente se ha priorizado la ideas-fuerza de los textos y el campo de sentido que al ser reunidos generan. Nos es claro que, difícilmente un intento racional de hacer una lectura única y superficial de todos ellos pueda dar nuevo brillo o mejor explicación que la que ya dan por sí mismos. No sin que se torne en tesis o estudio profundo que requiera un formato mucho más extenso.

Podemos decir que la aportación de este ensayo no es más que la recopilación de un material y su posible asociación a este tríptico de los tres números de engawa.

No obstante, y en un intento muy telegramático, al modo de los inventarios de G. Perec podríamos dejar un posible ramillete de consideraciones que dibujan un bodegón posible (uno de los posibles).

Para entender el punto de vista de este bodegón posible comentar que, el orden secuencia de las imágenes del tríptico planteado coincide con la de flecha temporal (que no tiempo lineal), a saber, espacio-mudanza, espacio-trastero y espacio-estercolero. Dicha flecha temporal va desde lo ordenado a lo desordenado.

Esto implica también tres modos de almacenaje en términos de densidad de ocupación: desde la máxima compacidad cúbica (a modo de cubo de Rubik) del espacio mudanza que exige optimización en la ocupación del espacio (es curioso presentir la ironía de la semejanza que existe entre el cubo prensado de enseres en las mudanzas donde el espacio casi desaparece por saturación de materia, como los agujeros negros, y la de los cubos prensados de chatarra en el proceso de reciclaje de la basura), pasando por la aglomerada pero disgregada colocación tal y como suele ser habitual en los trasteros en los que siempre hay un remanente de espacio intersticial entre objetos que tienen capacidad estructural ósea o que al menos todavía se mantienen en pie.



En este sentido esta compacidad recuerda a los bodegones de Morandi en los que el espacio entre los objetos era lo esencial) y por último la desdeñosa y casi licuada compacidad del apilamiento de las bolsas de basura que generan también intersticios espaciales pero nunca mejor dicho residuales (aquí la compacidad viene a ser más parecida a las pinturas de Y. Tanguy o Francis Bacon evocadoras de materia orgánica apilada o en decadencia).



La flecha temporal va desde el espacio controlado (conquistado casi) por el orden de las pertenencias. Enseres que sirven al ser humano a modo del paraguas del texto de Guattari-Deleuze para que las ideas, el caos amenazante no se diluyan, no se extravíen. De aquí la importancia de la propiedad privada en la “cultura actual” de este mundo extemporáneo (como J. Quetglas usa en sustitución de esa palabra ya vacía de todo contenido: contemporáneo). La importancia de la propiedad privada y todo lo que, siguiendo la idea del texto, genera una opinión que da orden (la fabricación del paraguas a ese caos del que hay que evadirse) de ahí las leyes, los medios de comunicación, la pseudocultura de lo nuevo, del Mercado.

El Mercado sustituye al presente que niega e impide con todos sus medios (por eso dice Quetglas extemporáneo) por la apariencia de lo nuevo (de ahí la cita de Rafael Sánchez Ferlosio).

Vemos en la imagen de la rasgadura del comienzo, lo que Deleuze vino a explicar cómo la esencia del acto de creación: el acto de resistencia.

Así mismo queremos ver en esta flecha del tiempo una flecha no lineal sino curva, circular, cíclica en la que el origen es la meta, poniendo por tanto en cuestión, no tanto la entropía como el concepto de irreversibilidad.

Hay un detalle que no puedo pasar por alto y que me resulta fascinante de la imagen de engawa#21 que propuso Antonio Serrano y que tras leer a fondo el número entero me parece que se quedó sin ser comentada.

De entre el ambiente desolador del espacio interior de la vivienda tomada por la basura (hay quien pudiera pensar que se trata de otra instalación artística más) surgen dos detalles que destacan de entre toda la miseria. Uno es el cuadro colgado en formato vertical de lo que parece ser un pescador remando. Por el tamaño y la manera en la que está pintado el brazo recuerda a los carteles comunistas que reivindicaban la lucha y la dignidad obrera. Su ubicación mural evita que sea tocado por lo nauseabundo de los desperdicios.

Justo debajo, podemos apreciar (es extraño no recaer en ello) posado sobre un sofá monoplaza y rodeado e impregnado de restos de plásticos y residuos, la figura de un buda de pelo amarillo con un gesto sereno, de auténtica paz y armonía.

No se me antoja mejor escenario para que la sonrisa tallada y prefabricada de esta figura irradie el mensaje de iluminación del que habla la concepción del Nirvana budista. Otra posible alternativa a la amenaza del caos de la existencia, arrebatada ya de las manos (higiénicas) de los sepulcros blanqueados de los sacerdotes sean de la religión que sean.

Un mantener la calma, la incertidumbre. Vivir aceptando el caos, dejándolo entrar para renovar las leyes, lo establecido, la convención o, en palabras de Deluze y Guattari, la opinión construida, lo que Cornelius Castoriadis llamaría el poder instituido, frente a la fuerza siempre desoladora del poder instituyente.

Comenta Ilya Prigogine, que si la materia está asociada a la extensión y por tanto a una geometría (la idea central de la obra de Einstein fue acceder a una descripción geométrica del espacio), los actos intelectuales están asociados al pensamiento, y este no se puede separar de la distinción entre “un antes” y “un después”.

Según la explicación que da el profesor A, Armesto del origen de la arquitectura, ésta coincide con esta dualidad de nuevo del espacio-tiempo, en relación a la protección de dos intemperies: la física (espacio geométrico) y la moral o psicológica (más asociada con el pensamiento en relación con la incertidumbre de la existencia).

Constato que hay un déficit de una tercera intemperie, o plano que siempre queda ocultado por su cualidad esencial de inmaterialidad y por tanto invisibilidad y que las artes más sensibles como la poesía, la música y me atrevo a decir la arquitectura, toman como aliento de creación: lo espiritual o el alma.

Que las religiones se apropiaran, de un modo muy racional hay que decirlo, del negocio de las almas, ha hecho que malinterpretemos a los grandes creadores (desde Nietzche pasando por Einstein a Le Corbusier).

¿cómo vivir lo espiritual desde una actitud laica y profana, descreída y desconfiada de todo discurso que adocena?

Para mí, la respuesta siempre está en el arte y en su doble actitud de: resistencia (a la norma de la convención) y de rasgadura del paraguas, dejando entrar y experimentando lo desconocido, lo que amenaza.

Para terminar, quiero hacer un esbozo de este bodegón inhabitable, de primeros planos de, estos tres estados de la materia, en la flecha circular donde el origen es la meta.

[Para el oficio todo el pasado está aquí, presente y activo…] [un presente denso, de tres dimensiones: el presente de las cosas pasadas, el presente de las cosas en acto y el presente de las cosas que llegan.]


Josep Quetglas; entrevista por Inmaculada maluenda / Enrique encabo del 02/03/2018 en el diario EL CULTURAL

En estas tres imágenes se condensan ante una mirada que contempla las tres intemperies, los tres estados de la materia humana: lo físico (engawa#10), lo psíquico o mental (el desorden de las ideas usadas y reusadas que están en la frontera de lo útil y lo inútil del conteiner del presente engawa#23) y lo espiritual (como la serenidad del Buda, aún más evidente provocada por la más absoluta impasibilidad ante la decadencia que le rodea.)

Si se busca bien la etimología de la palabra cultura, se podrá apreciar que el sentido último de la acepción es el de cuidar, el cuidado. También se podrá apreciar que es un cuidado a tres niveles y justamente coincide con los tres estados mencionados: físico (cuidar la tierra) psíquico o mental (cuidado del conocimiento y la tradición de conocimiento) y espiritual (cuidado del alma).

En el tiempo presente todas esas categorías están amenazadas. La propia cultura está amenazada, y esta amenaza no proviene tanto del incierto caos, como del excesivo orden que la Sociedad del Mercado nos impone.

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