El alma de los objetos.
Laia Masllorens, Barcelona
El mercado de Les Puces, o Les Puces como parece que le llaman los parisinos, es uno de esos sitios que a algunos debe parecer un lugar repleto de tesoros, y a otros, un espacio lleno de objetos inútiles.
¿Y si cada uno de esos objetos pudiera contarnos su historia? Y si pudieran hablar de aquello que fueron, dónde habitaron, en qué posición estaban dispuestos, cuál era su finalidad…?
¿Fueron un regalo? o ¿fueron comprados para llenar un espacio que hasta aquel momento carecía de sentido?
¿Fueron depositados en un rincón donde no fueran vistos, porque no pudiendo ser eliminados, tampoco eran del agrado de su dueño…?
O quizás fueran devueltos a quien los compró como muestra de afecto y después fueron rechazados…
¿Qué historia esconde cada uno de esos objetos?
Quizás alguno de ellos fue lanzado en un ataque de rabia sustituyendo, en ese arranque, al individuo que la había suscitado…
Quizás alguno de ellos fue dañado por alguien que no tuvo suficiente cuidado mientras lo limpiaba o mientras pasaba por allí…
¿Dónde habitaron? ¿En un lugar humilde convirtiéndose en la más importante de las posesiones o en un suntuoso espacio donde pasaban inadvertidos entre tantos otros objetos valiosos?
Quizás alguno de ellos supuso años de ahorros antes de poder ser adquirido…
Quizás alguno de ellos acompañó a su dueño en alguna aventura, o adquirirlo supuso una aventura, o vio a su dueño partir en su último viaje y por eso ahora forma parte de los objetos de los que alguien se ha desecho.
¿Fue espectador de comidas, alegres celebraciones, momentos tristes…? ¿Qué música escucharon sus dueños en su presencia? ¿observó peleas, desencuentros, reconciliaciones o romances…?
¿Y si esos objetos hablaran? quizás ellos podrían llenar varias ediciones de Engawa con sus historias. Quizás podrían hablarnos durante horas de sus miedos, de sus deseos. De quién fueron o de quién desearían ser.
¿Y si los objetos fueran realmente espectadores? Es más, ¿y si los objetos pudieran sentir?
¿Podríamos decir entonces, que los objetos tienen alma?
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